febrero 14, 2024

CARTA GANADORA DEL CERTAMEN

 



LA COLINA VACÍA (Marí)

Querido Jesús:

Nos ha dejado tu ausencia un silencio feroz. Rotundo. Hay cenizas de tus cigarros flotando en el mar de tu marcha y luto en la noche. Y hay, amor, un mutismo afilado de calladas horas que nos mortifican la intangible piel de la que emergemos.

Queremos recibir de ti, y no llega, esa caricia tímbrica, inasible, que olía a hierbabuena y nicotina. Anhelamos escuchar de nuevo esa palabra hecha soneto o una poesía delicada, un verso que decía más en tus silencios que en la palabra misma.

Nos miramos las unas a las otras, y en este mutismo frecuencial vemos nuestros ojos de lágrimas brillando. Somos, amor, un universo de rodillas postrado, almas en pena por una llaga en el aire abierta. Una herida que no sangra porque calla, porque nos enmudece o nos deja, como mucho, soltar un gemido ahogado, zabullir repentino de esa voz tuya que era amante y era amiga.

Hay, desde tu marcha y hasta la eternidad, un duelo destemplado que huele a perfume impregnado en un pañuelo al cuello. Hay, amor, un vacío que es céfiro helado, puñalada certera al centro del corazón.

Hoy vimos nosotras, las ondas, sombrías flores sobre una piedra blanca, epitafio de quien fue vida y ahora es ceniza bajo la tierra. Claveles rojos; voz derramada por un transistor enmudecido.

Imaginamos, Jesús, la mano que tantas veces posaste sobre el micrófono y que ahora languidece en este silencio que invade taludes y cuarteles como la yedra.

A veces lo miramos y está tan solo como nosotras. Es un cadáver en vida, aquel micro; cuerpo de metal cromado, altavoz de tu voz al mundo. Micrófono que extraña, como nosotras, la pureza de tu voz, tus labios y tu mueca socarrona.

Echa de menos, eso dicen sin hablar, porque su voz calló con la tuya, la ingrávida borrasca que olía a tabaco y pintaba de niebla azulada aquel estudio y aquellas noches. Anhela tu risa, tu reflexión de filósofo antiguo para este mundo cansado, enfermo y mustio.

Hoy al pasar, en un vuelo ingrávido y gentil, como escribió Machado, hemos visto un estudio de radio vacío, una umbría de sierpes secos y asolados pétalos, y un nombre grabado en el jaspe. Vimos un ramo inhumado bajo el cielo ceniza, panteón de nubes, sombra de arboleda dando sepultura a un haz de flores frescas.

Hoy somos ondas negras por el duelo, silencio de templo, locura nuestra en esta colina que está hoy, Jesús, amor, vacía por tu voz callada.”



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